¿Te has puesto a pensar qué sería del mundo si no existiera la palabra “casi” en el diccionario?
Yo me puse a pensar en la relación que pudieran tener estas dos preguntas, y asombrosamente encontré una respuesta; nada más ni menos, que en un partido de fútbol.
El domingo me senté con un amigo a ver al Perú-Brasil, partido válido por el grupo C de la Copa América. Sí,
como todos, me emocioné al ver el 1-0 en el score del Germán Becker de Temuco,
Chile. Pero justo unos días antes conversaba con un compañero y le decía:
“Sería dañino y hasta mortal si Perú inicia ganando el encuentro
tempranamente”. Y Neymar me daba la razón. El 1-0 para los incaicos cayó como
un arma que cae en las manos de un niño.
Casi nos ilusionamos.
No puedo negarlo, en cierto pasaje del partido me conmovió
mucho lo que veía en mis compatriotas: nunca se metieron en su campo a esperar
a los dirigidos por Dunga. Acciones como las de ir a buscar la victoria,
sabiendo que corres el riesgo de que ‘te llenen la canasta’, son para dejar el
té, la limonada, la gaseosa o la cerveza a un costado, pararte por un ratito,y
aplaudir, porque hay grandes que ante los grandes no pasan de una actitud de
respeto, pero es en la rebeldía de los chicos donde uno puede hallar esa cuota
de irreverencia que tantas veces nos ha sido objeto de admiración en este
deporte.
No hace falta describir lo que un tal Douglas nos hizo
sentir a todos los peruanos. Todo hincha que haya sufrido un gol decisivo en el92’ sabe lo que es. Casi lo empatamos. Casi amanecemos con las portadas de los
diarios llenas de sonrisas. Casi.
Entonces llegué a la conclusión: no es que los chicos no se
enfrenten a los grandes por temor. El temor de ellos es una sola palabra que
los ha marcado en toda su historia, y que pareciera estar inscrita en la frente
de cada uno: el “casi”.
Amigo, no te digo que te subleves. Joven, no te hablo de
desobediencia a tus padres.
Te hablo de una decisión, con decisión. De que des ese salto
que no todos dan y te quites de la mente esas cuatro letras que casi nos hacen
soñar.
Brasil fue un escollo duro, pero lo superamos. Sí, lo
superamos. Porque poco a poco nos estamos dando cuenta de que la barrera del
“casi” se desgasta. Lo mostrado por los peruanos no fue una casualidad, ni un
azar. Jugaron con lo que se necesita para terminar de derrumbar esa gigante
pared, y con lo único que nos servirá si queremos estar en Rusia dentro de tres
años: Los chicos se quedan por el “casi”; los chicos que sueñan con ser
grandes, avanzan con “determinación”.
Te dejamos con una imagen interactiva de lo que fue la mejor campaña de Perú de los últimos años: el tercer puesto en Argentina 2011.
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