Ya lo habíamos dicho en el post anterior: a nivel
continental, o se hacen bien las cosas, o no se hacen. Era una pena ver a
Sporting Cristal yéndose con las manos vacías luego de haber perdido solo un
partido de la fase de grupos de la Copa Libertadores. Al equipo rimense le
cobraron factura los puntos regalados tanto en casa como en Paraguay y Venezuela.
Pero la historia de Juan Aurich pintaba para otra cosa. Se supone que era una
historia diferente, para el hincha chiclayano era un disparate pensar en la
derrota frente al equipo ‘C’ de los Tigres mexicanos. Al final, fueron los
dirigidos por Roberto Mosquera los ‘tigrillos’ de la jornada, y lo que parecía un
equipo sub-alternativo, término generándole un dolor aun mayor que el 3-0
recibido en la primera fecha por el combinado ‘A’.
Las declaraciones de Roberto Mosquera post-partido,
evidenciaban el momento oscuro que le tocaba vivir a un ‘Ciclón’ reducido a una
brisa, de esas que se lleva el viento y nadie recuerda con el pasar de los años.
Aurich es consciente de que pudo haber realizado una campaña histórica. El
simple hecho de eliminar a un River Plate (que valgan verdades, no merecía
estar en los octavos) significaba el conseguir algo inédito en la historia de
la competición. Pero en este tramo final, pareciera otra vez que la historia está
peleada con nuestro balompié. Y es que el sub-campeón peruano podía
introducirse entre los 16 mejores aun perdiendo, debido a la diferencia de
goles entre peruanos y argentinos. El marcador en Buenos Aires reflejaba un 2-0
que hacia llorar a los ‘Millonarios’, pero por esas cuestiones que uno
desconoce, Teófilo Gutiérrez marcaba el 3-0 definitivo, y para colmo de males,
un ‘felino’ devoraba la ilusión de todo Lambayeque y Perú, dándole vuelta al
resultado y logrando un 5-4. No hay más que decir, el fútbol tiene estas cosas.
Y si, quizás algunos decían dentro de sí: “Ya está. De todas
formas, si pasaban los eliminaba o Boca Juniors o Corinthians”. Pero al fin y
al cabo, al peruano le hubiese gustado eso ¿no? La ilusión. Esa que te genera
el saber que un representante de tu tierra está dando que hablar a nivel
sudamericano, de saber que ‘sí se puede’. En ese caso ¿Qué más da? ¡Que los
diarios vendan las portadas que quieran, y que los ‘miserables’ de Markarian
opinen lo que se les venga en gana! Mientras el fútbol nos siga vendiendo
emociones, será el mejor negocio de todos.
Pero no hay que irnos muy lejos en cuestiones que suponen la
imaginación. Volvamos a despertar y vayamos a nuestra realidad, que sí, ha
mejorado, pero a la que aún no le alcanza para revivir la campaña celeste del
97’, o la de Real Garcilaso en 2013. Eso sí, no seamos conformistas y nos
quedemos en lo mismo. Propongámonos subir un escalón a nivel de competitividad
local antes que a nivel internacional. Porque el estilo que mostró el cuadro de
Daniel Ahmed en el campeonato pasado (que lamentablemente fue poco visto en
esta Libertadores) supone el inicio de una evolución futbolística que puede dar
grandes frutos si todos mejoramos a la par.
No hay equipos peruanos en los octavos de final. No es la
primera vez que sucede, pero a algún personaje genial como Einstein se le ocurrió
inventar la frase: “Si quieres resultados distintos, modifica las variables que
te llevan al fracaso una y otra vez”. Hoy ya no hay matemáticas que puedan
salvar a chiclayanos y limeños, pero no hay que bajar la cabeza, que lo que
mostraron ambos elencos a lo largo de la Copa sea una lección de lo que hay que
mejorar para el futuro.
Así, ni la fiereza de un ‘Tigre’ ni el poder de los ‘millonarios’
nos sacaran de carrera.

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