El templo dentro de una religión constituye una pieza importante para la identificación de la misma. Es el lugar donde se concentra la fe y donde el alma y el espíritu se encuentran. En Rusia se vive la antesala de la mayor fiesta que esta religión posee y esta suerte de 'previa' no deja de ser una celebración en sí. La Copa Confederaciones viene mostrando parte de lo que será la Copa del Mundo del año siguiente. Así era desde el 2005 en Alemania como lo es hoy, 2017, en Rusia, y los escenarios, si bien no presentan el lleno total, evidencian que lo que se viene para el 2018 es igual de bueno, o mejor.
Mientras el Luzhnikí está en remodelación para albergar la gran final del Mundial del año próximo, los reflectores estarán en el estadio Spartak con aforo de 45.000 personas. Es el único de los 12 estadios sedes de la Copa del Mundo que no fue construido con dinero del gobierno, esto gracias al magnate petrolero y presidente del Spartak Leonid Fedun. Ha funcionado sin problemas desde que abrió sus puertas en 2014.
Para Sochi, los organizadores rusos esperan que sea una ciudad que disfruten los fanáticos, sobre todo el Estadio Olímpico Fisht con capacidad para 47.700 fanáticos, el cual ofrece una vista la las montañas del Cáucaso en un extremo y en el otro al mar Negro. El estadio fue construido para albergar la ceremonia inaugural y la de clausura de los Juegos Olímpicos de Invierno en 2014, pero permaneció vacío durante tres años hasta que se reconfiguró para ser escenario de su primer partido de fútbol en marzo de este año.
El Kazan Arena fue el modelo para muchos de los nuevos estadios en Rusia rumbo al Mundial de 2018. Tiene capacidad para 45.000 personas y costó aproximadamente 252 millones de dólares (14.400 millones de rublos rusos). Solo 3.041 fanáticos asistieron al inmueble para ver el juego de la Liga Premier de Rusia entre el Rubin Kazán y el FK Krasnodar el 15 de abril, una entrada que sería decepcionante incluso en la cuarta división del futbol inglés.
Diseñado para asemejar una nave espacial, el Estadio Krestovsky de San Petersburgo, con capacidad de 69.000 personas predomina sobre otras estructuras en la costa del mar Báltico. Ha sido una de las obras más problemáticas para la Copa del Mundo del próximo año, afectada por constantes aumentos de costos, problemas técnicos y acusaciones de corrupción.
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