Perú despertó esta mañana dominical e hizo lo que de cuando en cuando se le olvida hacer: mirarse en el espejo para salir pulcro a mostrarse ante los demás. Era aquel hombre con los ánimos tan ávidos de quien recién amanece, y con el ánimo de hacer historia como muchas veces la vida le presentó la oportunidad. Reposaba sobre él una joven barba que denota cierto grado de madurez como cierto desorden, a la vez, y que esperaba ‘rasurar’ haciéndole honor al recinto en el que se presentaba: el Gillete Stadium de Boston. Pero no era día de labor ejecutiva, al contrario, se disfrazó de un personaje entrañable que alguna vez caminó por suelo americano. Llevaba el mismo nombre que el apodo latino del estadio y su trabajo era nada más que robar: robarle al destino lo lógico del porvenir, robarle al Brasil de Dunga su reivindicación, y robarle a los suyos una sonrisa de alegría poco probable, pero últimamente, más común, de seguir en la Copa, como le viene sucediendo desde Bolivia 97’.
“Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar
con el tumba'o que tienen los guapos al caminar,
las manos siempre en los bolsillos de su gabán
pa' que no sepan en cual de ellas lleva el puñal.”
Los primeros minutos fueron verdeamarelhos, Alves capitaneaba desde la derecha al Brasil más irregular de los últimos tiempos frente a un Rodríguez enorme en defensa. Sin embargo, la última línea era de cuatro jugadores y no de uno, y los errores en salida de Trauco y Ramos casi nos cuestan la vida ante Coutinho y Filipe Luis, después de que este último exigiera a un Gallese que estuvo atento y despierto en toda la noche bostoniana.
En el sector medio, la blanquirroja mostraba recuperación, en respuesta, claro, a la cantidad de balones perdidos. Ante la ausencia de grandes referentes, jugadores como Cueva y Flores aceptaban con compromiso la necesidad de liderar y protagonizar la nueva ofensiva nacional y el mismo desarrollo de juego en sí.
"Como a tres cuadras de aquella esquina una mujer
va recorriendo la acera entera por quinta vez
y en un zaguán entra y se da un trago para olvidar
que el día está flojo y no hay clientes pa' trabajar."
Aquella mujer era el cuadro de un Neymar ausente. El último recuerdo ‘negro’ de dicho contexto en el que el jugador del Barcelona no estuvo tiene bien presente a los alemanes. A pesar de ello, hoy se las ingenió para encontrar con Coutinho y Willian las variantes que encontró frente a Haití. El enemigo de dicha intención tiene como nombre Pedro Gallese, el mejor jugador de esta primera ronda sin lugar a duda, anuló la ambición de Barbosa y Elías que no profetizó lo que esta noche vendría.
"Mientras camina pasa la vista de esquina a esquina,
no se ve un alma, está desierta to'a la avenida,
no se ve a nadie y esa mujer sale del zaguán
y Pedro Navaja aprieta un puño dentro el gabán."
Y vaya que dicha avenida era solitaria. Nos sobran los días en los que tuvimos que usar doble camiseta. “Porque yo creo en ti, vamos, vamos Haití” era el primer cántico de una hinchada que se reunía para ver cómo los de la CONCACAF caían goleados a manos de un Ecuador capitalizador de oportunidades. En ese momento, hayas estudiado la carrera que sea, las Matemáticas se vuelven más fieles que nunca. La diferencia de goles reducía el resultado a sólo una opción válida: matar o morir. El puñal debía ser desenfundado.
"Mientras camina del viejo abrigo saca un revolver, esa mujer,
y va a guardarlo en su cartera pa' que no estorbe,
un 38 Smith and Wilson del especial
que carga encima pa' que la libre de todo mal."
Un revólver del que se escuchó el sonido de la carga pero nunca la explosión de la pólvora. Brasil se deshacía en argumentos y Perú cambiaba las Flores por la esperanza. Edison era sustituído por el elemento que todos pedían en la Selección: Raúl Ruidíaz. El jugador de Universitario supo vestirse como el Terry que triunfó ante la ‘Canarinha’ sin dejar de lado la picardía de un chico que ha hecho de Ate su barrio y del área su casa.
"Y Pedro Navaja puñal en mano le fue pa' encima,
el diente de oro iba alumbrando toda la avenida,
mientras reía el puñal hundía sin compasión."
No hay mejor canción que la que uno escucha cuando vive lo que la melodía relata. Andy Polo por fin mostró la irreverencia que hace falta por su sector y sacó un centro que de seguro puso a bailar hasta a Rubén Blades, pues aunque Raúl, después de la acción polémica no sonrío (como niño que no admite la autoría de su travesura) el diente de oro, ese que evidencia la pérdida de otro natural pero lo reemplaza con granujada, brillaba en cada alma incaica.
Nunca se vio cosa tan parecida. Los seis minutos en los que Andrés Cunha tuvo en vilo a todo un continente fueron quizás los más largos de nuestra historia. Era necesario terminar el encuentro con un cardiólogo al lado.
La falta de concentración no fue esta vez nuestra sombra. Lo que tantas veces nos costó la ocasión de hacer historia hoy no tocó ni la puerta ni el ímpetu de un Corzo aguerrido y de un Perú que camina hacia Nueva York, la ciudad de Navaja, para seguir haciendo historia en nuestro torneo favorito, bailar esta vez no con la salsa panameña de Blades, sino con la colombiana. Va Perú, rasurado, ordenado y pulcro hacia su próxima aventura americana cantando tal vez, nuestro coro predilecto:
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios…

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