Italia no vive de recuerdos; a España la falló la memoria. Atrás quedó el cartel de “animador” que los ‘azurris’ venían arrastrando desde hace menos de una década, precisamente desde la eliminación prematura de Sudáfrica 2010, así como quedaron enterradas en la hemeroteca los videos de un ‘Catenaccio’ que, por el bien del espectáculo (no del fútbol), Antonio Conte no quiere resurgir. Por el otro lado, a los ibéricos el juego de memoria ya no resulta. Brasil le puso fecha de vencimiento desde la Confederaciones 2013 y que hoy se ha consumado en Francia algo lo que los españoles llaman “el fin de un Ciclo de Oro”, ornamentando la derrota a manos de una Italia con sabor a 2006. Por los octavos de final de la Eurocopa, los ‘tanos’ derrotaron a los bicampeones con un 2-0 que echa a un lado el saldo negativo de los últimos diez años para la ‘Nazionale’.
El encuentro arrancaba con la premonición climática de los ánimos españoles. La lluvia asomaba como el escenario idóneo para concluir los años maravillosos de una ‘Roja’ ensimismada desde el silbatazo inicial. Grazziano Pellé y Giacherini fueron el dolor de cabeza de una España sin aspirina, siempre desdibujada en defensa tras cada ataque italiano y con advertencias claras de derrumbe.
El deslizamiento llegó a los 32’. Chiellini, el más seguro y el que más aporte de experiencia transmitió a la zaga, culminó una carambola en el área tras un disparo libre de un Éder sin la clase de Pirlo, pero con la potencia de querer ser parte del nuevo rostro de esta Italia. La lluvia ya se había ido y el sol despejaba las dudas sobre quién era el dominador, descubría aún más las falencias defensivas hispanas y terminaba de secar al conjunto de Del Bosque.
Hay que ser sabios para ser tercos. A España le costó entender que a una defensa y portería conformada por 4 elementos del tetracampeón italiano no se le penetra especulando en el área y careció del elemento sorpresa. Nunca se le pasó por la cabeza, al menos hasta el segundo tiempo, disparar a los palos de Buffón desde fuera del área. Tuvo que ingresar, ya en la segunda parte, una referencia de área más clara como Aduriz, que sin embargo, no concretó el anhelo de los campeones de Sudáfrica.
De Gea se deshacía en esfuerzos desmedidos por engañar con atajadas la terrible defensa y marcaje de un Piqué que no es como el vino añejo y de un Ramos al que se le quedó lo heroico en ataque y se le olvidó lo fundamental atrás. Y cuanto más se acercaba un empate “estrella” (que lo puedes ver pero aún divisas lejano), Grazziano ponía a la luz la desnudez de un cuadro que cuando atacaba encontraba siete camisas azules y que cuando era atacado no tenía ni el número de ojos que se necesita para presenciar la volea acuchillante de la derrota, de la clausura de la fábrica de oro, del 2-0 que instala a los dirigidos de un Conte enérgico en los Cuartos en los que los espera un Alemania al que esta vez no le fallará la memoria de lo ocurrido en 2012 en semifinales.
Italia no vive de recuerdos. Nadie que necesita sacudirse de rachas negativas y/o olvidarse de glorias pasadas para conseguir hazañas nuevas debería. Sino pregúntenselo a España.


