Hacerle honor a su nombre significó el lamento de toda una afición. ‘Palacio de Cristal’ si lo traducimos. Frágil, ilusorio, que te hace ver las cosas cerca, cuando en la realidad se encuentran distantes. El Crystal quería extender un imperio en el que Leicester había plantado la primera bandera. No es un secreto que, por estos tiempos, el país del té es un territorio más de David que de Goliat. Pero hoy, particularmente, el Manchester United, recordando el apodo de su estadio, hace de Inglaterra un ‘Teatro’ con entrada para los exclusivos. Los ‘Devils’ han conquistado la FA Cup conteniendo una nueva sublevación de los ‘rebeldes de abajo’. 2-1 y conquista del torneo más añejo del globo.
Tras la gesta del Leicester, el cartel de ‘favorito’ no vislumbraba en todo su esplendor sobre el pecho del Manchester. El Crystal se plantó bien en Wembley, la ‘catedral’ inglesa, pese a la amenaza constante de la presencia de Rashford y Martial, quizás, los puntos más altos en el tramo final de la temporada ‘Red’. Justamente el francés estrelló un remate de cabeza en el palo derecho de Henessey, no sin antes de que la misma portería tiemble tras un fuerte remate del belga Fellaini.
A los 79’, Puncheon le dio “punishment” al United y a De Gea. Un control y posterior disparo de zurda puso como piedra al portero español, no así a los hinchas de las ‘águilas’, que retumbaron todo Wembley con el recuerdo abierto y la herida fresca de la edición de 1990 (1-0 en el ‘replay’ frente a los dirigidos, en aquel entonces, por Sir Alex Ferguson).
Sin embargo, Juan Mata, dos minutos más tarde, hizo que la salsa que movía a Alan Pardew, el DT del Palace, se convirtiera en balada, y con un ‘balazo’ disparó con la rabia de su no convocatoria por parte de Del Bosque para la Eurocopa, tras una gran jugada y conducción del ‘Captain’ Rooney.
El partido fue llevado a la prórroga. A los 106’ Van Gaal, quizás en su último juego al mando de los ‘Diablos’, conversaba con el histórico Giggs el cómo reponer la expulsión de Smalling tras doble amarilla un minuto antes. Rehidratación y charla en ambas escuadras para afrontar los últimos 15’.
Y últimos fueron gracias a un misil de Lindegaard. Jese no dejó que el balón toque el suelo y solo bastó su ‘roca’ para demoler un ‘palacio’ en construcción. Wickham, el delantero del Crystal, fusionaba aplausos y lágrimas. Las dos cosas que se merece este conjunto.
Gran Bretaña es hoy, posiblemente, tierra de ‘humildes’, pero como en toda sociedad, es innegable el poder y la influencia de los poderosos. Wembley no fue una nueva Basílica, pero queda en el recinto londinense, una huella que se hace presente cada vez más. La del felino que pisa, de vez en cuando, más fuerte que el león.




